Saben, tampoco conocí a José Hierro. Una pena. Sí a sus familiares, con los que tuve el placer de disfrutar de una velada hace ya tiempo. Así descubrí la figura humana del poeta antes casi que sus versos. Durante una temporada el runrún y la figura de José Hierro planeó sobre nuestra tertulia de Alcalá de Henares. Luego, fue que me compré su último poemario, “Cuaderno de Nueva York”, Ediciones Hiparión, ISBN 84-7517-589-9, para deshacer el sortilegio de una vez.
Al leer este poema se me reproduce la congoja del corazón, como la pesadez del sabio que antes de morir, revelara un secreto, su secreto de vida.
VIDA
A Paula Romero
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito “¡Todo!”, y el eco dice “¡Nada!”.
Grito “¡Nada!”, y el eco dice “¡Todo!”.
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
viernes, julio 07, 2006
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3 comentarios:
Que manera de controlar las palabras, con sólo dos palabras casi, todo y nada, lo consigue casi todo. En fin que manera de controlar los signos con los que nos comunicamos desde hace cientos de años, y no todo está repetido cuando escribe por ejemplo... JOSE HIERRO,
También llevo tiempo persiguiendo su estela y quizá tu recuerdo sea una buena excusa para alcanzarlo y descubrir a ese otro "santanderino adoptivo". Que mejor presencia que la de José Hierro para retormarte tras mi etapa de ocio literario. Veo que a vuesa merced le dio nuevos bríos visitar la ciudad adoptiva de tan ilustre poeta, lo digo por su prolija composición en mi ausencia. Camino de nuevo a su lado...
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