lunes, enero 18, 2010

La ley de Gresham


Gerham más o menos dijo: En cualquier proceso de intercambio "bad coinage drives out good", o sea, la mala moneda expulsa (de la circulación) a la buena. Si hay monedas de oro y de plata de similar valor "facial", nos quedamos siempre (acumulamos) con la que consideramos mejor (la de oro) mientras que utilizamos la de plata para los intercambios. Esto es aplicable también a los contenidos. En un lugar con malos contenidos nadie querrá aportar otros buenos, pues se devaluarían. Los malos escritores expulsan a los buenos del mercado.

¿O no?

Idea ha sido tomada de "Infoxicación: buscando un orden en la información", libro de Alfons Cornella.

jueves, enero 07, 2010

El hombre sin atributos



Otro fragmento de Roberto Bolaño y su singular novela 2666. Pequeño relato sin precedentes de un castrado capaz de autoimponerse a su destino: No se trata de creer, se trata de comprender y después de cambiar.

-¿Tú crees –preguntó Afanasievna- que los muertos vivientes sienten deseo sexual?
-Los muertos no –dijo Ansky-, pero los muertos vivientes sí. Cuando fui soldado en Liberia conocí a un cazador al que le habían arrancado sus órganos sexuales.
-¡Órganos sexuales!- Se burló Afanasievna.
-El pene y los testículos –dijo Ansky-. Meaba mediante una pajita, sentado o arrodillado, como a horcajadas.
-Ha quedado claro –dijo Afanasievna.
-Pues bien, este hombre, que además no era joven, una vez a la semana, hiciera el tiempo que hiciera, se iba al bosque a buscar su pene y sus testículos. Todos pensaban que algún día moriría, atrapado por la nieve, pero el tipo siempre regresaba a la aldea, a veces tras una ausencia de meses, y siempre con la misma noticia: no los había encontrado. Un día decidió no salir más. Pareció envejecer de golpe: debía andar por los cincuenta pero de la noche a la mañana aparentaba unos ochenta años. Mis destacamento se marchó de la aldea. Al cabo de cuatro meses volvimos a pasar por allí y preguntamos qué había sido del hombre sin atributos. Nos dijeron que se había casado y que llevaba una vida feliz. Uno de mis camaradas y yo quisimos verlo: lo encontramos mientras preparaba los avíos para otra larga estancia en el bosque. Ya no aparentaba ochenta años sino cincuenta. O tal vez ni siquiera aparentaba cincuenta sino, en ciertas partes de su rostro, en los ojos, en los labios, en las mandíbulas, cuarenta. Cuando nos marchamos, al cabo de dos días, pensé que el cazador había logrado imponer su deseo a la realidad, que, a su manera, había transformado su entorno, la aldea, los aldeanos, el bosque, la nieve, el pene y los testículos perdidos. Lo imaginé orinando de rodillas, con las piernas bien abiertas en medio de la taiga helada, caminando hacia el norte, hacia los desiertos blancos y hacia las ventiscas blancas, con la mochila cargada de trampas y con una absoluta inconsciencia de aquello que nosotros llamamos destino.
-Es una bonita historia- dijo Afanasievna mientras retiraba su mano de los genitales de Ansky.- Lástima que yo sea una mujer demasiado vieja y que ha visto demasiadas cosas como para creerla.
-No se trata de creer –dijo Ansky-, se trata de comprender y después de cambiar.

sábado, enero 02, 2010

2010 Angelus Novus


Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos Progreso.

Walter Benjamin, IX Tesis sobre el concepto de Historia.

A Klee painting named ‘Angelus Novus’ shows an angel looking as though he is about to move away from something he is fixedly contemplating. His eyes are staring, his mouth is open, his wings are spread. This is how one pictures the angel of history. His face is turned toward the past. Where we perceive a chain of events, he sees one single catastrophe which keeps piling wreckage upon wreckage and hurls it in front of his feet. The angel would like to stay, awaken the dead, and make whole what has been smashed. But a storm is blowing in from Paradise; it has got caught in his wings with such violence that the angel can no longer close them. This storm irresistibly propels him into the future to which his back is turned, while the pile of debris before him grows skyward. This storm is what we call Progress.

Walter Benjamin, "Theses on the Philosophy of History, IX"

Y como no, Laurie Anderson supo glosarlo como nadie en esta fenomenal canción: the dream before, inspirada en el relato infantil de "Hansen y Gretel".

El mejor material para la mejor digestión del 2010. Feliz Progreso. Que les aproveche.