martes, diciembre 11, 2007

Retrato



Casi un siglo después habría nacido yo. O casi cien años antes se hubo enamorado de Leonor, y también por aquellos tiempos parió “Campos de Castilla”. Son muchas coincidencias para estas dos vidas, la suya y la mía: aunque es todo broma. Antonio Machado se me representa un hombre reflexivo, un demiurgo modernista. Un soñador. Un trovador alfileteado, herido por balas de soledad. Un andaluz desterrado al paramo. Un castellano obligado a triscar los olivares. Un español confiscado en su muerte transpirenaica. Cuando releo sus versos los siento dulces, los siento de papel. Son secos y aterciopelados, descargados de engolaturas.

Por eso quisiera que su retrato visitara el corazón de mi hijo todos los días de su vida. A modo de biografía deseada, de cuerno mágico de guía, de principio y fin de su caminar. Y no pierdo la ocasión de que recordárselo. Y se los leo o se lo canto. Él sabrá por qué. Todo a su debido tiempo.


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

domingo, noviembre 18, 2007

Beginning Of A Great Adventure


Lou Reed me acompaña desde la adolescencia. Se lo prometo, algún día les contaré como descubrí y me enamoré de su LP de N.Y y del resto de su música. Han pasado muchos años, la poesía de Lou es tormentosa y su voz aún me raspa y me enmudece. Siempre me gustó esta canción, Beginning Of A Great Adventure, pero no ha sido hasta ahora que me he tomado la liberta de traducirla. Espero que la disfruten.


Será cojonudo tener un hijo y pasarlo tan bien los dos juntos
un niñito que construir con mis pensamientos
un pequeñín a modelar con mis sueños
una excusa para creer que la vida no es una pérdida.

Le sacaría de la escuela y me convertiría en su maestro
le apartaría del crudo veneno de la masa,
pero este primigenio aislamiento puede no ser buena idea
no es justo intentar inmortalizarse de esta forma.

Beginning Of A Great Adventure
Beginning Of A Great Adventure



¿Y por qué dejarlo en uno?¿y por qué no ir a por diez?, una soberbia manada televisiva,
alimentaría mi pequeña armada liberal del bosque
así como lo hacen aquellos pelirrojos lunáticos que veo en el bar del pueblo
con su tribu de mutantes, innatos cerditos salvajes con hocicos de aspiradora,


les enseñaría a construir una bomba, hacer fuego, tocar la guitarra
y cuando ellos cojan a un cazador, dispararle en los huevos
trataría de ser tan liberal como me fuera posible
tanto como nunca hasta entonces lo había intentado.

Beginning Of A Great Adventure
Beginning Of A Great Adventure

Susie, Jesus, Bogart, Sam Leslie, Jill y Jeff
Rita, Winny, Andy, Fran y Jet
Boris, Bono, Lucy, Ethel Bunny, Reg y Tom
son demasiados nombre para recordar
Carrie, Marlon, No y Steve La Rue y Jerry Lee
Eggplant, Rufus, Dummy, Star y The Glob
necesitaré un jodido portátil para guardar la lista entera
a ver si esta tontería no se me va de las manos.

Espero que sea lo que dijo mi mujer
espero que sea verdad lo que me contó mi mujer
espero que sea verdad lo que me contó mi mujer
me dijo, hey chaval, it's the Beginning of a Great Adventure.



Mira,
puede ser divertido tener un bebé y jugar con él,
dibujarlo a mi propia imagen como si fuera yo su mismo dios,
alimentaría mi propio cortejo fúnebre que me llevará a la tumba
y me acompañará cuando sea un reseco y desdentado pedazo de tierra
algún viejo tipo solo babeando su camisa
algún tipejo senil jugando en la mierda
sería maravilloso tener un chaval a quien poder dejar algo
algo más que todo este dolor, rabia y enfado.



Espero que sea lo que dijo mi mujer
espero que sea verdad lo que me contó mi mujer
espero que sea verdad lo que me contó mi mujer
me dijo, Lou, it's the Beginning of a Great Adventure
Lou, Lou, Lou, Beginning of a Great Adventure.

Me dijo, chaval, ¿y cómo llamarás a tu retoño tan querido?
Sylvia, le respondí, como tú llames al hombre que más amas.


No me gusta hacer publicidad en mi otero, pero aquí tienen un enlace para escuchar algunos de sus temas. Y, por supuesto, la letra original de la canción.

martes, octubre 30, 2007

Hoy en el paraíso hace frío.


Será por el tráfico, por los tubos de neón armados, por el neopreno de los cipreses, por la noche que se nos desvela toda, por la soledad, por la intemperie.

(Hoy en el paraíso hace frío.)

Y los orgullosos ejecutivos que se masturban en las higueras, y nos ofrecen sus miserias porque no tienen otra causa en venta, y todos somos inmigrantes de tierra ajena y cambiaría mis tesoros por la gran piedra filosofal y con su toque certero para poder irnos todos de farra.

(Hoy en el paraíso hace frío.)

Porque la lluvia llega tarde y es demasiado costoso impedirlo, porque los niños lloran por la noche y no tenemos apenas tiempo para consolarlos, porque todo guarda su precio preciso y cuando llegamos al trabajo me lloran los ojos y el olvido duele y tiene nombre asignado.

(Hoy en el paraíso hace frío.)

Es inútil viajar desnudo, es cruel amamantar para después soportar el destete y cuando la mesa esté puesta para dos nunca seremos quince ni podremos serlo jamás. Para cuando todo alcance su justo sé que me arrancaría un ojo si fuera preciso alquilar un billete de vuelta al paraíso, aunque nunca lo usaré, lo sé, porque es de un solo pasaje y el retorno no me será permitido.

(Hoy en el paraíso hace frío.)


Porque escribir es un horror certero, una agotadora tarea que describo con orgullo. Porque es una condena en la que nunca participas, un horror que sabe a mar, a arrecife no visitado, quisiera olvidar las mil historias de la tormenta.

martes, octubre 02, 2007

Spanish Texas


Con la novela de la mano, busco editor. Y recibo los primeros comentarios. Me dicen: ¡por Dios, escribe una sinópsis!


Las historias pueden se contadas de múltiples formas; Léase, comenzando por su inicio o quizás por el final de los mimbres, alternando y barajando los trozos de la acción como si de un puzzle infantil se tratara, o mezclando diafonías y fragmentos como si fueran una opera desafinada. O tal vez deban narrarse según un particular proceso, digamos, utilizando el sabroso juego propuesto del “Spanish Texas”. Me explico.


J., desganado detective, avieso putero y decidido borracho se enfrenta a su particular aventura: desvelar los entresijos de las últimas jornadas de la señorita Laura, los días que precedieron a su muerte. La mujer asesinada, a tal caso doctora y sesuda estudiosa, trabajaba en la producción de un estertóreo documental, una alucinante película sobre el viaje del explorador Cabeza de Vaca y de sus conquistas históricas por aquellas tierras, allende españolas, de Texas y sus desiertos despoblados, únicamente ocupados por la milenaria “creosote”.

Hasta aquí, bien, digamos que estaríamos frente a una sobada “nivula” de serie negra, pero sin embargo, el desvelado J., dispone de un arma que arrojará con desden a lo largo de toda la investigación: porque su poder reside en sus bilocaciones, copia enfermiza que aquellas que Sor María de Ágreda padeciese y que le permitieron cristianizar las tierras texanas allá por el siglo XVI. Y como objetivos una rutilante historia oculta por desmarañar, una persecución y de un secuestro que llevarán a la heroína, a Laura, al otro lado del Atlántico, quizás tras su perdición, quizás en busca de su personal “Spanish Texas”. Quién sabe.
Las bilocaciones nos permiten alcanzar lugares donde otros nunca estuvieron, nos permiten flotar y ver el pasado o el futuro y hasta inclusive imaginarlo sin darnos cuenta de todo eso. Y ahora fíjense en este detalle final: figúrense que por cualquier motivo (cual sueño alcohólico redimido por Jim Thomson en “1280 almas”), aquellas lejanas tierras texanas, que en su momento nos pertenecieron, pudieran ser por singular ventura o diatriba recuperadas de nuevo para los españoles, que la comicidad del “Spanish Texas” se sustentará con argumentos propios y defendibles: ¿Cómo cambiaría toda nuestra vida con aquel reguero de riquezas procedentes del petróleo? ¿Pero de quién cojones serían aquellas lejanas tierras y desiertos? Y lo más importante, ¿qué sucedería de aquellos desventurados y locos atrapados por aquella torpe intriga de poderes? J. es tan solo un muñequito, un guiñol, un muñegote. Laura una excusa,un papel plisado.

La historia suena disparatada, increíble y crispada, una investigación delirante que descubre las hojas lacrimosas de la cebolla hasta alcanzar su mismo corazón. De trasfondo, Madrid, la Gran Vía, el hoy por hoy, el día a día. Y por narración, un rapto, el de Laura, un sinsentido y la convicción que nada parece lo que resulta ser. Una “peli” de serie negra donde los malos gastan calzas y el petróleo fluye por el desierto y nuestro detective, J., flota, entre “sol y sombra” buscando la figura asesinada de Laura.
“Spanish Texas” no es un historia histórica, ni una fanfarronada de detectives. Es un artefacto que nos invita a disfrutar de nuestras vivas, sosas y aburridas, mediante un prisma divergente, un canto a los exploradores españoles de leyenda, y un mito o cuento sobre lo que nos gustaría ser de mayores y no pudimos.

lunes, septiembre 10, 2007

He llorado


La lechuza se derrama como leche que hierve en la garganta del bebé, como un grito que se atravesará y fuera hiel y espanto. He llorado y tengo mil cristales rascando el cristalino, y es un llanto salvaje, es un dolor que te cruje y te hace distinto, es un horror de cosas pasadas, es un sueño que creía haber arrebatado al tiempo.

Ayer vomité y con el corazón de la mano conduje tan lejos que casi olvidé de donde vine.

jueves, septiembre 06, 2007


Maribi
ya te duermes de veras,
entre los pinos o las amapolas
con lavanda cercada en los cabellos,
con tu pelo ensortijado
con tu sonrisa de perla iluminada.


Te recuerdo alta y poderosa
capaz de conmover toda la noche,
solemne como el cierzo buscando su cueva guarecida,
dura como la lluvia que para y empapa los rincones.


Recuerdo tus palabras de un tiempo firme y precipitado
cuando aprendí que solo somos tesón,
que nuestros sueños alimentan la vida
que tenemos fe donde
el dolor participa de su vital deseo,
y que somos un camino
y nos corresponde recorrerlo a ciegas,


con la intensidad del gamo perseguido,
del amante que ama sin saber que será del final
amanecido.

martes, septiembre 04, 2007



Sincerémonos: J.M. había envejecido cabalmente.

Claro que tenía sus cosas, cosas que lo transformaban en un ser desapacible, en un malo hermoso, en un bonachón obtuso, en un ciego que lo veía todo. Y era esa dualidad onda corpúsculo la que le mantenía fértil como para mirarte a los ojos y cantarte las verdades que ningún otro se atrevió a soltarte antes. Parecía minusvalorarse aparentemente pero tal vez era solo una treta: la de un zorro astuto que aventaba los vientos, pero que también se travestía de apolillado fumador.

J.M. era un soñador ácrata y estaba contaminado por el ruido de la fábrica, por el pedaleo de las máquinas. Por el tartamudeo y por cualquier lágrima inventada adrede. Eso era lo que le hacía realmente magnífico, ese límite entre la pantomima y la realidad, entre el sarcasmo y la narración necrofílica.

Pero también hubiera dado todo por recuperar un tarro del J.M. que había compartido pienso conmigo y jugado a las máquinas recreativas a los 14 años, con aquella sobria crueldad que si bien mantenía atemperaba, se veía en la distancia como una joya que refulgía hermosa.

Ahora sé que somos torpes y J.M. supo hacer de ello un dominio, una seguridad de que lo humano es confuso y quizás, gracias a ello, mucho mejor. De él he aprendido que los guapos si follan lo hacen con la certidumbre de que el tiempo se les termina raudo, y son una calcomanía agostada y fofa.

Soy calvo, con voz desgarbada y tartamudeo. Pero cuando me voy de cañas con J.M. siento que aún me quedan muchas razones para reírme de la vida y del resto del mundo.

Por siempre, te saluda, la lechuza.

miércoles, agosto 29, 2007

Era Mikelow, joder, de eso no me cabía la menor duda. El mismo. Por su contoneo, su mirada cochambrosa o quizás el bizqueo que mal escondía una sonrisa un poco desdentada. Corrí para saludarle como estudiante insatisfecho. Él no me recordaba ya.

Puso por un momento cara de asombro, y simuló tener prisa, aunque sabía que llevaba apostado en aquella esquina toda la mañana. Estaba trabajando, persiguiendo a cualquier fulana que ponía los cuernos a su macho. Tal y como me trataba, imaginé, no quería que volviera a escribir nada de él.

Le dije, ¿te acuerdas tío?, pero entonces él negó todo. Me guardaba rencor creo que porque le había convertido en un guiñapo, en un monigote de pinturilla. Y Mikelow era mucho más. Mantuvimos una conversación estúpida mientras fijaba su mirada en los andamios del Brook East, y en los negros que escupían por las aceras. Él solo me veía como un tontiloco con él que había intimado en un barra americana no sabía cuándo. Y me creía capaz de todo, de diseccionarlo, de hasta hacer papilla su imagen de cabrón. Porque los detectives deben tener la picha fuerte, no pueden andar con monsergas. No pueden ser unos pazguatos.

Le di la mano. Sus dedos enormes, pequeños morcillones prensiles me envolvieron con su humedad fría. Pero antes de marcharme, guiñó el entrecejo y sus gafas negras al descolgarse acertaron a dejar visibles unas cejas pobladas aunque hermosas y la caída de unos ojos heridos.

De lejos Mikelow aún parecía una sombra recortada, un animal acosado y sucio.

viernes, agosto 24, 2007

Daniel


He recuperado estos versos de un antiguo naufragio. De una libreta que se deslizaba de una habitación a otra de la casa, como evitando ser leída. Hoy tomé las fuerzas precisas para pasarlo todo a limpio.

Será la lechuza que visita mi ventana de cuanto en cuanto.


..........................................

Viniste, y como la noche
esparcida,
te fuiste.

En tu rinconcito malva
fuiste tesoro
y la isla
y los acantilados bruscos.

Hoy se descuelgan de la luna
tus no tirabuzones
dormías en su vientre
y en nuestro corazón
como lacre sellado,
y eran tus deditos
que se nos fueron
pero que son vida
porque son la palabra repetida.

Fuiste luz
y en tu precipicio quedaron
horrores respetables,

has sido devuelto al
cúmulo ceniciento de las mil posibilidades
de los albures largos
de las almohadas
y porque si fuiste hecho por amor
con amor acunarás nuestras palabras
y de los versos la cuna,
meceremos tu cuerpecito
al camino abierto de las alegrías
a las gardenias futuras

que por no despedirte
serás siempre semilla
y de entre las veredas
en recoletas fuentes, tu
recuerdo alimentará renovadas
promesas
potencias fuertes
con robles de sombra,

jardines donde trotarán nuestros hijos
con tu breve recuerdo
de compañero.

viernes, junio 15, 2007

La hora


(aparecido en la "Revista Nepentes" hace ya una eternidad, estilo Heinrich Böll)


viernes, junio 08, 2007

Canciones del Hospital (a lo Machado)

0

En el hospital
las horas saben lentas
o sincopadas
y son cigüeña
o gallo.

1

Tienes los ojos del color del mar
y tus sueños son olas,
marejada de vida
nueva.

2

LA BATALLA DE LA LECHE

El titán que lucha y
retuerce los brazos
se mecía entre
los pechos de la
madre.

3
Tus ojos serán cielo o tierra,
como dos pozos que se
llenan de luz
o las linternas del faro
iluminado.

4

Esperanza eres;
Como río nuevo
como breve melodía de
instrumento de juguete.

sábado, mayo 26, 2007

El trampista


Me lo encontré, os lo juro, en la esquina más recóndita del edificio de oficinas donde trabajo, en una de esas salas de las que uno nunca imaginaría que existiera dentro de nuestro complejo. Vestía, inmáculo, con traje y corbata listonada -de moda-, repeinado, muy limpio, pulcro, higiénico. Era el trampista.

Cuando me vio se aproximó y me invitó a permanecer a su lado, aunque sabía que nuestro encuentro no podía durar mucho tiempo. Fumaba como una comadreja. Aquel era su último escondrijo y yo le había descubierto en pelotas.

Quien no conozca de cerca a los trampistas pasaré a describirlos sucintamente: desempeñan el turbio juego del “tocomocho” que permite que muchos asuntos de las organizaciones fluyan grácilmente. Todos nos regimos por reglas limpias y absurdas que muchos llaman los eslabones de la cadena productiva. Nos hablamos usando estas palabras simples del negocio, directas, adecuadas y blancas, que bien conducen a buen puerto aunque en otras ocasiones no llevan a nada. Y nos entrampamos en nuestro lenguaje cerril de posiciones tontas. De las directrices de mayores de colmillo templado. Es entonces cuando desembarca el trampista para arreglar las cosas y que todo avance.

Yo he conocido a pocos, ya que son caros y difícilmente alcanzables. Llegan, permanecen con nosotros el tiempo justo, canjean y tronchan conceptos, lanzan unas organizaciones sobre otras y se marchan. Este es el trabajo del buen trampista.

Cosas así le han sucedido a cualquiera, no quiero señalar a nadie: seguro que Vds. las han vivido ya. Un día cualquiera todos nos dejamos de hablar con el vecino de al lado y para eso está el trampista, que hace la alquimia del plomo en oro. Hace que veamos el camino justo y precipitado. Que nos demos besos en la palma de la mano.

Pues bien, el trampista miraba por la cristalera, mirada el horizonte y las montañas tendidas y yo sentía y leía en su interior que su trabajo ya no le gustaba. Que sería sustituido muy prontamente por otro, por el siguiente. También vi que había un brillo tierno y discreto en sus ojos. Un brillo especial que nunca exhibía fuera, a los extraños a los cuales conciliaba y camelaba a un mismo tiempo. ¿Pero a quién cojones le gusta su trabajo a estas alturas?, pensé en aquel momento. Y allí mismo, el trampista, lucía aquella discreta debilidad, y en mi desgracia, ahora yo era testigo de ella.

Se aproximó, lanzó su cigarro lejos, lejos, a una esquina. Y sonrió y me dijo:

-Chaval, ahora ya no eres uno de ellos.

No lo sabía, había pasado la prueba y mi examen, y aunque desconocía la nota, era la suficiente para salir de aquella sala para seguirle sus pasos por siempre.

miércoles, mayo 23, 2007

SNUFF


(Aullido General al Sistema)

¿Oyeron caer los cuerpos a plomo?
¿Imaginaron el fruncir de las viseras militares
o tan sólo
adivinaron la pobreza de los indios encerrados en jaulas? /

lo SNUFF sobrevive
fuera,
en campos amotinados /

en urbanizaciones burguesas
con
sus chavales vistiendo esvásticas /

la violencia del crimen
visionado en directo
y
en hora punta/

abusando de niñas entre matorrales /

el SNUFF duro / pornográfico
del adolescente disparando
su
arma /

o del terrorista
al volar su caparazón calcáreo de justicia /

¿probaron el calor acético
de un reclutamiento en masa? /

La madre soltera enseña
SNUFF
a las crías abandonadas por el mal padre /

un mundo contaminado,
arrojo mi personal ración
SNUFF
De clorhídrico a los manantiales /

mi torpe peste
mi ridícula peste
mi amada peste

moralizando en cavernas o trastiendas,
mostrando impúdicos
genitales
a los feligreses /

gozando con sus mujeres /

véanme asido a mi espada
héroe de cristal
lúcido a mi solo
SNUFF por ti /

¿Cómo no contar los hambrientos
sin comprometerse?
¿Cómo no respetar el castigo
a nuestra singular condición depredadora? /

Temo ser viejo sin llegar
al vértigo
al absurdo
SNUFF

sin obrar sin raíces apolilladas /

quiero quedarme condenado
tan fijo y tan desolado /
sobrevivir
finalmente
al orgasmo mágico de la noche /
ser
incinerado /
pero sobre todo
no
quedar
indiferente /

tomar el SNUFF en tus ojos,
arrancarlo
lanzarlo lejos /

ver al mundo
beber tus pechos
pacíficamente morir en tu cuerpo
con o sin esperanzas /

y
saber que renovados,
lejos del atroz odio,
quedan
aún
razonables en la jauría /

no más veces que sonrío al ver
ciento treinta cadáveres incinerados
o por cierto
el último asesino en serie /

caminar los pasos
sobrecogido
admirar tu país /
tu barrio /
desesperadamente enriquecido por mis palabras /

¿Cómo cejar en mis intenciones?
¿Cómo no acumular SNUFF en fosas absolutamente vacías?
¿Cómo permitir que jueguen nuestros hijos con ello?
¿Cómo permanecer libres?
¿Cómo ser testigos de tanta miseria?
¿Cómo detener mi grito sin desbaratarlo todo?
Ilustración por Juan Carlos Castagnino

domingo, mayo 20, 2007

1 mes.

Cada día en tierra-gaya nos parece un milagro, una maravilla que se renueva por momentos. Y más aún, cuando tan si quiera llevas un mes en ella. En tan poco tiempo no se ha aprendido mucho, pero ya damos los primeros pasos firmes: sabemos llorar con fuerza, protestamos y exigimos la hoja de reclamaciones de la existencia. El llanto es una herramienta única, poderosa, un idioma que los mayores hemos olvidado tiempo atrás, quizás porque nos descubre que somos aún vulnerables y que dentro de nuestras entrañas siempre necesitamos ayuda.

Mi bebé es totalmente dependiente en estos momentos de sus papis, aunque ahora que lo pienso lo contrario definiría mejor nuestra situación familiar: dependemos absolutamente de él, de sus horarios y sus secreciones gástrico-excretoras y hasta grabamos sus tonterías para detener estos momentos felices para siempre. El bebé abre bien los ojos –de un tono indescriptible, ojos de lactante, ojos abiertos a lo nuevo cuando todo lo es- y ha comenzado a sonreír. Y nos conoce y comienza a interpretar la realidad a través de nuestra presencia y nuestros brazos progenitores. Ser bebé es un oficio complejo: el deber de crecer, de dominar el cuello, de ser amamantado por las nanas, comprender la complejidad de nuestros cuerpos, el dolor infame del hambre, el cansancio, el sueño.

He cogido al bebé y le he acompañado por toda la casa. Le he dicho, mira, esto es el salón, mira, aquí está la cocina, qué te parece este macetero y el geranio de flores encarnadas, le he presentado su nuevo hogar y sus rincones… él no paraba de mirarlo todo, como si aquel espacio tuviera algo de magnífico e inesperado que hubiera que absorber de inmediato. Luego la luz cambia, ha caído la tarde y el bebé entonces se adormila. Se acurruca contra mi pecho, sé que sueña con la madre, sueña con la teta, también con el vientre materno, con el latido del corazón y con su pasado remoto, cuando era apenas un cúmulo de células con vida.

¡Qué pronto olvidamos! ¡Qué breve son las horas! ¡Qué difícil aprisionar sus monerías, sus pucheros! Él es ahora aquello que fui hace una treintena y será lo que soy cuando yo sea otro.

viernes, mayo 04, 2007

Fuera del útero

Llegar a la vida implica sus trámites. Fuera del útero siempre hace frío, la conexión protectora ha desaparecido. Ahora somos dos, piensa la madre, y los ojillos del bebé nos recuerdan lo que antes fuimos y no recordamos: somos lo perdido. Y delante de nuestras narices el bebé hace mil carantoñas, agita sus manitas, abre su boca, se contorsiona al mundo.

Un bebé es un tesoro. El un río que se agota cada mañana. Es una parte de uno mismo que sin ser tuya te duele ahora y por la que darías todo (lo máximo). Hoy quisiera hablarles del amor filial. Cuando miras a tu hijo descubres que has dejado un escalón detrás de ti y que tu deber en este sentido ha cambiado.

Aunque él sólo duerma, succione y haga caca, tú eres una pura extremidad a su servicio, y el precio de todo aquello es una profunda quemazón, un amor que te contamina, que te dobla, que te prensa. Es la marca misma del sello de la paternidad. Siempre había pensado que nuestras vidas la justificaban los hijos, pero ahora ya puedo confirmar que todo aquello eran albricias y monsergas: todo va más allá.

Alguien dijo que pasamos el testigo de nuestra vida a estas masas de carnes, orondas y blandas. Apunten, otro tópico más, pero es la verdad misma. Hace unos días llegó al mundo una nueva generación (milagrosamente), y en esta renovación mágica somos un poco más tierra y aire.

Quisiera anotar en esta libreta, en mi otero, una tanda breve de valores para regalarle. Pero soy un ser inacabado y quizás me podría dejar alguno importante. Ahora saco mi linterna y de entre las tinieblas tengo que iluminar otro camino, no para mí, tengo compañero de viaje.

El bebe patalea. Le duele la barriga. Tose, regurgita. Ahora estas son las tareas prioritarias y más lo serán en los próximos meses. Atender lo humano, atender lo divino.

Seguiremos informando.

sábado, abril 21, 2007

Casi 0


Llegas como las nubecillas de abril. Da gusto salir a la calle, la gente pasea, aunque ahora el aire me sabe distinto, es más denso, y palpita con un peso añadido que antes nunca tuvo.


Que sepas que la vida es un tránsito, un comodín, un ventanal de prestadillo al cual te asomas con rabia, poseído por el turno incuestionable. Bienvenido seas, bien hallado, Welcome!... Y ahora, a los treinta y pocos años, la vida nos afana por regalarnos con tu presencia. No te reconozco aún. No sé quién eres. Ni sé cuando podrás leer ni entender mis palabras. Tal vez ni te lleguen y sean palabritas arrojadas al limbo... ya se están volviendo amarillas tan pronto se posan en este papel. Quisiera encerrar mi voz en una botella de vidrio verde, ponerla un tapón de corcho y dejar que se pierda por los rincones de la casa, entre los baúles, en el armario, dentro de la americana parda para que llegado cualquier día te las encuentres y las recibas como bien nos recibes ahora mismo, en un día primaveral como éste, con los almendros y sus flores despanzurradas por las aceras, con un sol que sabe a gloria y a tomillo húmedo, una luz que se sale de todos los rincones, un cielo que pelea por ser platino y ser oro.
Lo primero: hay un olor hermoso y terrible en el mundo al que llamas. Todo es fácil, complejo a un tiempo, es la figura de color indescriptible que unos pintan de rojo y otros contagian de verde: en tu rostro se interpreta la tonalidad exacta. Y la historia más formidable encierras dentro de tu ovillo, del cual ahora eres ni siquiera el cabo, y del cual saldrá un amplio sueter, o quizás un pequeño abrigo acogedor, tal vez un cómodo pullover. Serás el tejedor de sueños, y nosotros un poquito responsables de los dibujos, de los motivos que allí reproduzcas.

Veo otros niños y te imagino. Quiero pensar que vienes, y serás llamado con fuerza, con intensidad, invocando la lluvia tras la sequía más perenne y yo entonces me sentiré un poco hilo, un poco talismán. El mago indio que transforma la lluvia en río, y la corriente en mar: y el mar, en nubes.



domingo, febrero 04, 2007

Castigo






Ya nos lo dijeron antes:
Todo lo que se mueve
Todo lo que se menea
Todo lo que se inerva por las venas
Tendrá su justo merecido
Su necio angosto arbitrario castigo

Nos lo cuenta en la tele el del tiempo
Nos los susurran las putas hostiadas por los chulos

Viene descrito en el prospecto de la caja de somníferos
Que nos aliena
Que nos produce cáncer y mata
-Es como un chute de nostalgia-

Es como si el hacernos viejos en un fin de semana no nos pareciera suficiente
Como si arruinarnos por beber el tarro sucio de melancolía fuera un deporte cansino

Una plantación entera de café
Un pigmeo de falo talludo que nos taladrara

Ya nos los dijeron antes y siempre hicimos caso omiso:
Porque estábamos cansados de hiparnos
Porque nos daba asco arrancarnos de la tristeza
Porque era Domingo o era Lunes o era un día como cualquier otro

Quizás porque nos quedamos sin batería y quien llamó
No tuvo la paciencia de repetir su llamada

Tal vez porque su voz se perdiera en un cric cric absurdo
De interferencias

Es un juego sucio que practicamos de madrugada
Es el desprecio a la palabra
No tenemos tiempo y si lo tuviéramos
Hasta lo perderíamos hurgándonos las legañas con tal de no hacer caso

Ya nos lo contaron y nunca escuchamos con ahínco:
Todo lo que quiebras no puede ser restaurado
Como lo que debiste hacer y se te olvido compartirlo
Lo que jodiste por no estar atento
Todo lo que rompes
Todo lo que apuñalas

Tiene su peso y su medida y su rincón
Que suma y sigue

Que suma y sigue

domingo, enero 28, 2007

Perversión (I)


(tiempo de lectura: 2')

La historia de la perversión es un camino torcido cuando no quizás umbrío y torvo.

Tomemos, por ejemplo, la pieza anónima, “Propium miase in epiphania domini” siendo reverenciada por los vates(*) al calor de la lumbre medieval, en un altozano o en la cripta de un monasterio azotado por el cierzo. La monodía de las voces debiera seducirlos, y ellos halagarían su equilibrio y contención estética, por supuesto, pero que hay de escarbar más allá para alcanzar su verdadero y último sentido: el amor humano retado por el otro, el amor eterno, lo divino y lo postrero relamiéndose. Cuando el mundo cristiano negaba lo físico lo hacía por el temor al abandono sexual cotidiano, a la cópula codiciada no permitida, y era como el préstamo del usurero que les permitiría viajar al burgo y de paso visitar las barraganas: en sí mismo constituía la parafilia máxima. Imaginemos a los poetas atormentados por las voces del coro, guiando poco a poco la antífona en sus mentes, mientras rozaban con descuido los ropajes de las damas al abandonar el templo. Quien se explicaba luego lo hacía sin alcanzar el cogollo real del asunto y los vates(*), al vilipendiar la pieza, olvidaban explicar cómo temblaron sus cuerpos aquella precisa tarde: no era de frío, tampoco del sentir el sostenido aleluya, del fraseo o sus versos de la pieza musical. Porque eran aquellos ropajes ominosos de las mujeres con sus telas gruesas, las mujeres de los otros, de los campesinos, de los jornaleros, mujeres de mirada huida y escondida. Detrás de la música, detrás de la celebración religiosa, justo detrás del “Propium miase in epiphania domini” ellas se les aparecían, y ellos, eran el macho cabrío emplazado, torciendo la música y su hermosura en el pecado, en lo su sucio, en lo ímprobo.

(* En el original se leía por error "váteres")

domingo, enero 21, 2007

De lobos.

(tiempo estimado: 3')


La imagen que nos viene a la cabeza de una manada de lobos es la de un grupo de individuos que compiten por el poder pero que a la vez están controlados por la denominada pareja “alfa”, la pareja líder, que desarrolla en exclusiva las funciones reproductoras. Sin embargo, esto principalmente sucede en cautividad, pues los individuos están obligados a convivir durante largos años, limitados fundamentalmente por la escasez de recursos. En su estado natural, en libertad, entre amplios bosques de robles y hayas, la manada se compone de una única familia: la pareja reproductora y su descendencia nacida en los últimos tres años, y a veces dos o tres familias de este tipo. Las crías, cuando creen, abandonan la manada para encontrar un compañero y fundar su particular clan. Pocas veces la manada adopta a un lobo ajeno o acoge a un pariente de uno de los individuos reproductores. Y muchas menos un lobo forastero ocupa el lugar de un progenitor muerto y se aparea con una de las crías de sexo opuesto que sustituye a su otro progenitor.

Lo anterior me hace reflexionar:

Si el hombre ha de ser un lobo, debe serlo, pero mayormente cautivo. Estamos rodeados de hermosos y fuertes ejemplares de sienes plateadas, tipos que enseñan sus colmillos y medran por las organizaciones para alcanzar la cúpula de la bien preciosa pareja alfa. Asistimos a carnicerías donde se despiezan sin escrúpulos, tirando sus pellejos inservibles al contenedor de las viejas glorias, donde se zancadillea y se asesina, y la sangre mancha nuestras corbatas en espectáculo propiciatorio, donde los defenestrados reyezuelos copulan con denuedo para engendrar una nueva estirpe que retenga su poder. Nadie recuerda qué fue del que estuvo antes ni cuales fueron sus éxitos. Cuántos rebaños fueron asaltados con éxito. Joder. Habrá lobos en mitad del bosque que de saberlo darían su pata por escapar del despacho cautivo. Bueno, esto es un decir. Porque ellos conocen la mejor libertad, la más salvaje y sabrosa, y les importa un pito esto de la pareja alfa, que no deja de ser un mito de los etólogos que los estudian.

Los lobos salvajes sí que son inteligentes.

Nota: fotografía tomada de "EL PAIS.COM"

miércoles, enero 03, 2007

2007

Todas las historias de los antihéroes terminan así: un asesinato, una paja o un exabrupto. Un silencio. Estamos cansados de escuchar el duermevela de los ganadores. Por aquí buscaremos, pues, nuestro propio reflejo.

Buenos días y buenos años. Aquí mi radio personal, allí vuestras orejas. Buenos días, mi cementerio radiado, mi larga y silenciosa espera. Mis oyentes. Uhhh… dicen que en las noches de luna los crucifijos nos saben a espanto, a soledad, a hierro en los dientes. A misterio. A pena. Un poco a tristeza. Hace tiempo que dejaron de contarse las horas en mi linde y Vds. se me duermen ya como niños errantes o autistas, y yo quisiera acunarlos con mis palabritas, como lo haría un certero cuentista, quisiera que mis letras les llenaran las alacenas de sus retretes o los arcones de sus guardillas del pueblo.

Pero hoy vienen a escucharme y les invito a que cierren sus ojos y no se olviden que las mejores historias las escondemos en hojuelas sobadas, porque nuestros enemigos nos las harían trizas si tan solo las vislumbrasen limpias y dispuestas. Esta es mi radio: siempre hubo silencio donde ahora escuchan esta voz, y sepan que mis pobres entrevistados serán trajes de duelo, trajes de encargo, portadores de los poemas de Unamuno, o tal vez cornejas o mejor aún, las prosperas lechuzas que con ojos firmes y difusos les hacen soñar por las noches. Les diría que nunca vivimos nuestras vidas: nos la soban, nos la magrean, es vida prestada, horas recelosas, horas entregadas a la nómina, a los avatares del odio, al vacío de la pantalla de la oficina, al sudor de la noche en el puesto de guarda.

Y quisiera que soñaran con mi voz de locutor y que mis personajes que sobrevolarán durante este año les sepan a hielo-azúcar y sean la carne que nos merienda por las mañanas. Hoy ya es de noche. Esta es mi madrugada, mi radio prometida. Y desde el otero, la lechuza les sobrevuela, le aletea y les sonríe.

Les desea feliz año.

¡Vida!


Tiempo de lectura: 2'

Llegó el Otoño, los fríos, y con ellos nuestros poetas que se habían retirado para hurgar entre sus papeles y construir así sus ficciones, sus teselas imaginarias. Y reciban otro número más de nuestro Caleidoscopio de Ideas. Casi a las puertas de los turrones. Dicen que los amores y las bicicletas son para el verano. Pero nosotros apostamos también por el Otoño, la bufanda, el gorro y el echarpe. Las nieblas y la sierra de Madrid, los hielos, las nubes, las ventoleras.

¿Y cuál es nuestro menú para este número? Escuchen: somos amantes de la lluvia como los adolescentes lo son de los besos cautivos: elogiamos así nuestra pubertad. Vivimos en tiempos breves, nos asfixiamos con nuestros amores y su voz tierna o confusa, pero también somos prosa y nostalgia, somos recuerdos evanescentes: ésta es Rosario. Somos héroes que marcharon sobre la historia (Jenofonte) pero también héroes arrancados al día-día, somos héroes locales. Somos niños que nos enseñan que los sueños están ahí, que existen y los necesitamos. Y somos los que viajaron y descubrieron ciudades donde pensar era un pecado. Todo esto somos.

Pero cómo no, nuestro mejor postre y sobremesa, hablarles de nuestra sabrosa cocina literaria: nuestra personal tertulia “online”, donde nuestros lectores y amigos parlotean sobre la literatura. Donde nuestro compañero Caque reflexiona sobre el poder del seudónimo y la vida pública del que roza el éxito de lo mundano. Y no podernos despedirnos sin mencionar a nuestro particular maldito: el genial José Hierro. Poeta entre poetas.

Verán que nos acompañan nuevas firmas. Poco a poco nuestro parnasillo se inunda de color, de matices: de vida. Aquí nos tienen para lo que gusten. ¡Ah!, esperamos sus plumas y ojos. Sus escritos, sus colaboraciones y su tiempo. Estimados lectores, disfruten, el telón se alza. Es hora de la chanza, del timbal del tahúr y del encanto del escribano que imagina mundos.

http://www.caleidoscopiodeideas.com/

Nota de copyright. Ilustración de Betty Alter.