miércoles, marzo 25, 2009

Largos Pasos

Lo escribí hace años y forma parte de mi cuento largo "Héroe Local". Siempre pensé que necesitaría una buena ranchera de acompañamiento. Pongan en marcha el vídeo y lean.




Primera Escena.

Estamos en la estación de trenes. La gente se despide y se besa. La tarde cae y puede dibujarse entre las sombras. Quizás el atardecer llegue por momentos, pero esto no lo sabemos tácitamente. Más trenes. Planos generales. Nos dejamos envolver por momentos en el ambiente tristón y desarrapado de la estación, es el murmullo de los viajeros, de los viejos y sus pipas de madera esperando no se sabe a quién en los bancos oxidados.
La cámara sortea a indecisos viajeros (nombres anónimos e indeterminados) y termina en primeros planos de una bolsa de viaje. Sube lentamente, y aparece nuestro protagonista.
De fondo escuchamos la ranchera. La ranchera nos presenta el interior de nuestro recién llegado, sus ropas un poco abandonadas (seguramente lleva varios días con ellas) y un sino ciertamente dramático que lo ha traído hacia nosotros. No habla con nadie, no espera, simplemente permanece con una cara que dice algo así como -Llegué.- Sin embargo el espectador no es capaz de comprender y sencillamente le parece misterioso. Por señas físicas nos parecerá ni excesivamente joven ni viejo, de media edad, alto y un poco distinguido, y cómo no, debe ser fotógrafo (la bolsa de viaje y la propia máquina que cuelga de su cuello nos lo descubre). Ahora sonríe. Parece como si estuviese escuchando el fondo musical, las exageradas expresiones del cantante.
Aún con la música de fondo, los primeros planos que han descrito físicamente al protagonista pasan a medios y más tarde a planos de conjunto. Ha cogido la maleta y camina despacio cruzando la vía. La cámara le sigue cada vez más de lejos, y casi al final desaparece entre alguna pareja que se despide melancólicamente. Ruido de algún tren que llega o marcha. Fundido a negro, mientras las primeras luces traen la noche a la ciudad.

Segunda escena.

La escena discurre en varios exteriores. En realidad esta escena y las posteriores vendrían a ser un reencuentro con la ciudad en la que creció nuestro protagonista. Por ejemplo, unas tomas nocturnas de calles en silencio y abandonadas. Ha cogido un taxi. Son planos subjetivos. Las plazas que pasan una y otra, seguramente alguna palabra con conductor, aunque en general hay silencio. Han llegado, y se detiene el vehículo frente a la que debiera ser la vieja casa de sus padres. Se queda quieto con todo el equipaje sobre la acera, deja marchar al taxi, mira lentamente, se dirige a llamar... la imagen se funde sin dejarnos apreciar ningún otro detalle más del momento.

Tercera escena.

La importancia de ser fotógrafo; la mirada del fotógrafo es una mirada forzada, ha perdido la ingenuidad, queda educada y sabe elegir precisamente sus objetivos. En las sucesivas escenas (parte nocturnas y diurnas) veremos deambular (cámara en mano) al protagonista. Se mezclan planos visuales en formato de vídeo y sus posteriores fotografías. También se nos enseñan otras más antiguas (peor tratadas) en color, mientras que él sólo las saca en la actualidad en blanco y negro. El tiempo no transcurre en vano, y tenemos recuerdos que nos dominan con sus colores dentro de nuestra realidad monocromática. Son calles y edificios ruinosos, el río, caras de trabajadores cansados, sus padres, talleres, chicas monas de las tiendas de barrio, policías y claro está, la ciudad que ahora le sobrevive, ignota, ajena a su historia. No existen apenas diálogos. Como dije antes domina el silencio, la no palabra. Quizás algún poema de libros olvidados que se encuentra en el desván o en su antiguo dormitorio.

Cuarta escena.

Bien podría ser la séptima o quedar intercalada entre otras. Estamos en un bar. Podría introducirse con un encuentro casual. He imaginado a nuestro protagonista paseando por la plaza de Santa Cruz llena de críos y familias paseando. Es una mañana de Domingo y todo el mundo puede ir a misa. Una chica con un bloc inmenso de dibujo sentada en un banco garabatea e intenta copiar la fachada.
Se encuentran y se saludan (se abrazan). Los planos son largos y generales y nos es imposible distinguir qué dicen. Es una conversación privada, inclusive a nosotros, los espectadores. Ella cierra contundentemente el bloc, le agarra del brazo, comenzando a hablar, la cámara desde lejos realiza un intento vano de seguirlos...
En un primer momento he pensado que la escena del bar tendría que ser cómica. Ella mantiene un diálogo (más bien un monólogo) donde recita los chismes que han sucedido estos últimos años. No para de hablar así que no bebe nada y el vaso permanece intacto. Por otro lado, nuestro protagonista permanece en silencio, mirándola, hipnótico.
Tenemos primeros planos de ella, sus ojos, sus manos, sus gestos un tanto nerviosos, su pelo. Su aspecto físico es atractivo aunque su actitud nos resulta levemente repulsiva, fundamentalmente por el trajín. La cámara salta de uno a otro. Planos detalle de ambos, sus oídos, el café que se toma el protagonista, su boca...
Se deben conocer (o debían de haberse conocido muy bien) y sobra la confianza. Finalmente, apenas le escucha, realmente poco importa cuánto le dice. Los planos entonces pasan a recorrer el bar, los otros clientes, y la voz de ella continúa machacante y agónica, un tanto aburrida. En cierto momento le hace callar y la detiene. Plano de ambos. La pregunta algo, aunque no somos capaces de entenderlo. En ese momento vuelve a sonar la ranchera, sus palabras.
Ahora sí, somos capaces de inmediato para comprender que le interroga acerca de aquella mujer, aquella cuyo recuerdo le obligó a regresar. Ella cambia su tono, se calla, se entristece, le sonríe pero su sonrisa en cambio no alberga esperanzas. Le acerca así la mano, y hace gestos negativos, se le acerca aún más y le besa la boca...
Pero la escena no termina justo con el beso. Éste se funde, casi en un primer plano con la música y reaparece en un plano de su dormitorio. La ranchera se retoma, a modo de despedida. Han estado haciendo el amor y ahora ella duerme en silencio, en posición fetal. Él permanece despierto, la mirada fija al techo y fumando. Tal como si estuviese escuchando durante todo el tiempo la canción...

1 comentario:

israel villaescusa mendo dijo...

Me parecía cercano, pero a la vez de otro tiempo. Me bastó bucear en la estantería de recuerdos, para comprobar en las páginas de añorados cuadernos tertulianos que al menos catorce años nos sobreviven. Y parecía que era ayer cuando lo leí por primera vez. Caprichoso devenir el del tiempo...