viernes, agosto 24, 2007

Daniel


He recuperado estos versos de un antiguo naufragio. De una libreta que se deslizaba de una habitación a otra de la casa, como evitando ser leída. Hoy tomé las fuerzas precisas para pasarlo todo a limpio.

Será la lechuza que visita mi ventana de cuanto en cuanto.


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Viniste, y como la noche
esparcida,
te fuiste.

En tu rinconcito malva
fuiste tesoro
y la isla
y los acantilados bruscos.

Hoy se descuelgan de la luna
tus no tirabuzones
dormías en su vientre
y en nuestro corazón
como lacre sellado,
y eran tus deditos
que se nos fueron
pero que son vida
porque son la palabra repetida.

Fuiste luz
y en tu precipicio quedaron
horrores respetables,

has sido devuelto al
cúmulo ceniciento de las mil posibilidades
de los albures largos
de las almohadas
y porque si fuiste hecho por amor
con amor acunarás nuestras palabras
y de los versos la cuna,
meceremos tu cuerpecito
al camino abierto de las alegrías
a las gardenias futuras

que por no despedirte
serás siempre semilla
y de entre las veredas
en recoletas fuentes, tu
recuerdo alimentará renovadas
promesas
potencias fuertes
con robles de sombra,

jardines donde trotarán nuestros hijos
con tu breve recuerdo
de compañero.

4 comentarios:

Fernando Díaz dijo...

¿De cuando son? ¿De la época de los cuadernos o anteriores? No parece tu voz. Suenas diferente.

Anónimo dijo...

emotivo...

israel villaescusa mendo dijo...

Reconozco una lechuza más emotiva y profunda que nunca. Reconozco una lechuza impresionable e impresionante. Reconozco la herida que quebró el vuelo de la lechuza. Reconozco la cicatriz de la lechuza que conmociona. Reconozco esta noche una silueta más brillante de la lechuza sobre la luna.

Félix H. de Rojas / Félix Hernández de Rojas dijo...

El poema tiene 2 años. Creo que era el momento de sacarme la espina de encima.