(fragmento de mi novela "Héroe Local". Tiempo de lectura: 3 minutos)
Sabía mantener la vista fija como nadie. Elegía un objeto, lo poseía en su interior, lo tomaba, lo repetía mil veces. Lo estático. Su dominio. En el sexo, lo pasivo. Círculos. Pi. Sin fin. FIN.
Odiaba los finales.
- Odio los finales. No les soporto. Es Perecer. Imagínate, aquella aguja donde se posan las cigüeñas. Me planto y las domino. Ellas no me ven y pronto sabría más de ellas, cada movimiento instintivo, el rizado del plumaje, sería una más, así hasta confundirme, sin pulso, me nacerían las alas, volaría ...
Lo dinámico parecía confuso. No era estable. Ser consciente de la perpetuidad de una posición, sus detalles.
- Te arrojas al cielo. Azul sin nubes. Limpio. Constante. Eyaculas. Terminas. Comienzas. Centras toda tu pasión en un momento fijo, tan inamovible. La recoges entre tus brazos y la besas. El beso es corto, pero si lo mantienes en la cabeza, lo congelas. Sabes, el beso resulta ser la aguja con las cigüeñas, vives y sólo vives para este beso, ni eso, es la imagen fija del beso que te repites. La vida es así. Sé parar el tiempo. Te miro, brillan los ojos y amo tu brillo, amo el momento.
Era el dominio del círculo. Señalaba las cigüeñas. Guiñaba los ojos al sol mientras lo repetía. Me había contado que mantuvo fija la mirada frente al espejo más de seis horas. Después se quedó dormido. Había memorizado su rostro y no podía olvidarlo. Memorizó el gesto, el reflejo, la luz, la piel, las cejas, mantuvo la impresión en la vigilia, la petrificó. Grabó el espejo. Durmió y el espejo siguió dentro.
Nunca creí su historia. Evidentemente exageraba. Sabía fijar la mirada, absorber al contrincante, desnudarlo, examinarlo. Media, tres cuartos, dos horas. No contra sí. Ni soñar con uno mismo.
Arrebato. Vampirismo. Pronunciaba detenidamente las palabras.
- Una vez - se reía - cuando conocí una tía, le propuse joder en silencio. La desnudé. La poseí. Se extrañó. ¿ Qué haces ?, en un descuido la até a la cama. La penetré. Al principio ella se resistió, pero cuando comprendió se mantuvo quieta. Y lo hicimos. Ves la cigüeña. No son horas. Es un siempre. Siempre estuvimos ella y yo, encima y debajo, en silencio, mirándonos la boca, gozando. Lo entiendes. Somos así.
Y se reía aún más.
miércoles, abril 05, 2006
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2 comentarios:
Siempre me gustó "Héroe local", muy a tu estilo, fragmentarias imágenes potentes, con gran significado, me parece todo un logro que fueras capaz de escribirla, hace ya unos añitos.
Personalmente, me gusta más esta novela que "La terapia".
Estoy de acuerdo en que resulta elogiable que sea una obra tuya de hace unos cuantos años, cuando aún eras más joven. La verdad es que con el paso de los años cada vez se permiten menos las pruebas, los experimentos. Pero en tu caso las realidades de los actos superan a las expectativas potenciales.
Si tuviese que elegir, me resultaría dificil entre las dos novelas, aunque tal vez esté de acuerdo con Juan Carlos, parece más reconocible tu estilo en "Héroe Local", al menos el estilo con el que identificaba a Félix Hernandez de Rojas hace quince años. En cualquier caso, "Héroe Local" es tan vigente ahora como hace años y coincido con la opinión que te daba Gonzalo en la publicación de los primeros párafos de "La Terapia": Tan bueno o mejor que muchas novelas de "éxito".
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