El poeta Rafael Valdivieso hace más de una década me enseñó que la poesía se compromete siempre con la realidad. Le producían jocosidad los versos pulidos y bastardillos que se estudiaban en la Universidad, los profesores enfangados en la especulación crítica, etc. Es un hombre arremangado con los problemas que más nos duelen, y para él, las palabras no son sino la radiografía más pura y diáfana de lo cotidiano, de lo feo, pero sobre todo, de lo humano. Del hombre, fulanito de tal, que se estremece por el día a día. Por eso le encantaba (y supongo que le encanta) hablar con la gente, la gente más anónima y normal, y en cada uno de sus retratos, enfocar nuestras pequeñas cosas que nos mueven.
Espero algún día volver a cruzarme con sus versos.
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Cuando deseo tocarte
todas las moscas resultan odiosas
en torno a tu cuerpo.
a veces intento espantarlas de tus labios
con un beso rabioso,
pero tú no me sigues
y me pones en las manos
un montoncito de diminutos cadáveres.
Luego, cuando se ha hecho de noche
y estoy solo y confundido,
recuento lentamente mi secreto botín
de antiquísimos insectos.
Rafael Valdivieso (de Papel de Envolver)